Escribí la fecha mientras automática e instantáneamente una sonrisa involuntaria se apoderaba de mis labios y mi alma. Una alegría fresca y liviana se colaba en mi ser hambriento de paz. Faltan pocos días y los que se avecinan serán pesados como roca, pero la sola idea de lo que se viene hace tolerable lo que sea. Ansiaba diluirme entre la muchedumbre amaestrada y mi cabeza indomable, perderme entre mis sueños locos e ideas silvestres, resbalar en mi alma anémica de respuestas y rebosante de dudas. Lo hago con mi imaginación pues las circunstancias actuales no me permiten encarnar la situación. Sigue siendo incierto el camino que camino. Cada día trae segundos sorpresivos, instantes mágicos y pisadas en el vacío; eso es vivir. La energía gastada en la sed de respuestas me ha robado momentos; pensar mucho y perder en eso el tiempo requerido para disfrutar, no es lo que busco. La palabra placer viene acompañada de una vibra extraña. En esta sociedad, incluso llega a ser tabú. La frase aquella de “estoy tan acostumbrada a los desprecios que las caricias duelen”, pareciera tener una dosis elevada de cruel realidad. Se ve en relaciones sentimentales, familiares, laborales, personales, etc, etc; puede ser que incluso con nosotros mismos. El “darnos placer” es mal visto, cuando debería ser una hermosa costumbre; y no me refiero, -solamente-, al sexual, sino al placer en general. ¿Cuándo fue la última vez en que disfrutamos de una comida rica sin cargos de conciencia? ¿Cuándo nos levantamos de la cama en el momento en que se nos dio la gana y no cuando alguien más lo decidió? ¿o leímos un libro de nuestro gusto? ¿dimos una caminata al aire libre? ¿o sencillamente nos quedamos en casa haciendo nada? El espectro es demasiado amplio y personal. Obviamente tenemos obligaciones a las cuales debemos responder, pero los momentos de placer son necesarios. Cualquier cosa que quisiéramos hacer, este es el momento; la magia del hoy es un regalo del Universo y yo no estoy dispuesta a desperdiciarlo. Por eso, seguro, cuando escribí la fecha, automática e instantáneamente una sonrisa involuntaria se apoderó de mis labios y de mi alma, aunque sea en medio de una pandemia. Que si algo he aprendido de esto, es que la vida nos ha sido dada para que la disfrutemos.
Comments