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Tres preguntas

Foto del escritor: LegómenaLegómena

Cuando estamos iniciando una carrera o vamos muy cercanos a la meta, la esperanza de empezar y la de llegar, nos mueve, nos motiva. El problema está cuando vamos en medio; esa sensación del sufrimiento prolongado. Así ahora. La pandemia se volvió ese chicle que cansa mascar. Se nos vienen aún tiempos duros, y ahora el reto es sostenernos por más tiempo.


Cultivar la esperanza, aunque las cosas pinten negras. No significa ser irrealistas: todo lo contrario. Aceptar que no se está bien, que se necesita ayuda, que debemos detenernos; tomar aire, recibir una palmadita en la espalda y seguir caminando. Al final, eso es la vida. A mí las redes ya me hacen mal y por eso les huyo. Me mantiene la esperanza de que ya vendrán momentos de compartir con quienes la vida me lo permita. Por ahora vivo, un día a la vez, apoyada en lo que me sostiene. Cada uno debe buscar qué es eso, pues a todos nos sostienen cosas diferentes. Para mí es el silencio que alcanzo cuando estoy sola y por eso me aíslo en mis peores momentos. Muchos no lo comprenden, pero es lo propio de las personalidades introvertidas de las cuales soy embajadora destacada.


No quiero llenar de más negatividad nuestros espacios, pero considero importante resaltar, nuevamente, lo indispensable que es la atención a nuestra salud mental, sobre todo ahora. Lo vengo diciendo desde siempre. Atendámosla, trabajémosla. Incluyamos la palabra “higiene”, más que salud, pues vivimos en sistemas más correctivos que preventivos y eso da la falsa sensación de que se está bien en ausencia de crisis. La higiene dice Google, es ese “conjunto de técnicas y conocimientos para el control de lo que puede tener efectos nocivos en la salud”. “Higiene”, ¡tanto encierra una sola palabra!; pero también “pandemia”. No es cualquier cosa lo que estamos viviendo, aceptémoslo y hagamos las paces con la realidad actual.


Una de las tiranas que más me ataca es la ansiedad. Sé que a muchos también, y para eso les dejo mi kit de primeros auxilios cuando me atropellan los miedos. Lo que hago es tomar la idea que me aterra y responderme, -despacio-, las siguientes preguntas:


Ante eso que temo:


1. ¿Qué es lo peor que puede pasar? (lista de catástrofes)

2. ¿Qué es lo mejor que puede pasar? (lista de escenarios esperanzadores)

3. ¿Qué es lo más probable que pase? (dosis de realidad).


Con esas tres preguntas he salido de muchas crisis. Las comparto por si son de utilidad.


No tengamos miedo a buscar ayuda. El aceptar que no podemos solos y que nos necesitamos, es la cosa más natural y humana que podemos experimentar. Abrazar nuestra vulnerabilidad es la mayor fortaleza con la que contamos. Apoyémonos en nuestra capacidad de resiliencia, y cultivemos la idea de que vamos a reconstruirnos, poco a poco.


El estar consciente de esto me sostiene; aunque sepa que aún me estoy desmoronando...


 
 
 

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