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Deja vú

Foto del escritor: LegómenaLegómena

Hace algunos días me encontré el siguiente texto, el cual escribí años atrás cuando resurgió el Ébola. Lo remito a continuación:


"Acompañada del pánico, adornada de psicosis y anunciándose con pompa, sale el Ébola a posarse en otras tierras.

Desde que se empezaron a conocer los primeros casos de personas de origen distinto al africano, se respira una especie de miedo en el ambiente. Seguro en Sierra Leona, Liberia y Guinea, también es el olor a muerte, lo que se inspira junto con el aire. El Ébola es una enfermedad altamente infectiva y mortal, pero también hay que considerar los factores que contribuyen a que lo sea. Los altos números de fallecidos son tan alarmantes como los datos sobre el sistema de salud en África; Liberia tiene reportado un médico por cada cien mil (100,000) personas y Sierra Leona, dos (2); el personal de salud es insuficiente, tampoco el Ébola los ha perdonado y ya muchos se encuentran entre los caídos. Lo más triste es que el combate contra esta enfermedad ha sido una aguerrida lucha desde hace mucho tiempo, y hasta ahora, los gobiernos se preocupan, y digo “pre”, porque no consta que se estén ocupando, al menos de manera efectiva.

Estrategias como, cerrar aeropuertos, poner ciudades en cuarentena, enviar soldados (no médicos), etc, no hacen más que incrementar la psicosis mundial. ¿Qué pretenderán? ¿De verdad es tan difícil entender que la solución es contener la enfermedad en su sitio de origen y eso significa fortalecer la salud en África? Recomiendo la lectura de los artículos del periodista español Pepe Naranjo quien escribe para El País; menciona en uno de ellos, la necesidad urgente de: “enviar un ejército de médicos, no de soldados” a los países afectados, además de describir muchas otras de sus experiencias en Sierra Leona. Naranjo plantea la problemática desde un ángulo más amplio, se trata de no dejar a estos países en el abandono, no solo del lado sanitario, sino del económico, cultural, social, etc. En fin, es de leerlo.

Me preocupa una cosa: la ignorancia; quien al final es la causante de la psicosis y dejadez; ambas actitudes equivocadas. Y no es la ignorancia del “pueblo”, la que me aterra, sino la del personal de salud. Sí, así como se lee, de quienes deberán proporcionar el servicio y atención a los enfermos. Voy a contar una anécdota personal; hace algunos años, al nomás salir la epidemia de H1N1, trabajaba yo en conjunto con la entidad encargada del diagnóstico de la enfermedad. Mi tarea era asegurar que los kits de toma de muestra estaban disponibles, prepararlos y ver que fueran enviados al lugar donde se harían las pruebas. Esto era en el hospital nacional. Recuerdo que un viernes, dejamos alrededor de unos veinte kits de toma de muestra en el laboratorio por si eran necesitados en la emergencia. Repito, en ese entonces nosotros solamente recibíamos las muestras y luego las enviábamos para ser trabajadas. Pues cuál no sería mi sorpresa el lunes, cuando pregunté por los kits y me contestan que no había ni uno solo; se habían acabado los veinte durante el fin de semana. Corrí a ver las muestras y efectivamente estaban todas; leí las fichas y casi se me revienta el hígado de la cólera: dos eran de pacientes y las restantes dieciocho de médicos residentes, internos y externos, todos se habían hecho la prueba, gastándose la ración de kits que me proporcionaban periódicamente, dejándome esa semana, sin posibilidad de tener otros. Con este ejemplo tan gráfico, es que manifiesto mi preocupación por el Ébola; si el ministerio de salud no se preocupa de capacitar a su personal, serán ellos mismos quienes propagarán la enfermedad. En primer lugar, porque quién sabe si tendrán los insumos necesarios para protegerse; luego lo que se necesite para la atención efectiva de los pacientes y, por último, para que no se desprecie ni discrimine a nadie. En países como el nuestro, el Ébola no será una enfermedad de los pobres; de hecho, si ya estuviera acá, sería por los “ricos”. La traerán quienes viajan y los boletos a África son caros, así que no creo que una persona de escasos recursos tenga el mínimo riesgo. Ojalá los hospitales privados se estén preparando, porque si alguien tiene el presupuesto para viajar a África, Estados Unidos o España, seguramente no es de los que prefiera ir al San Juan de Dios o Roosevelt para que lo evalúen. Dengue, malaria, Chikungunya, tuberculosis, el sinfín de infecciones tropicales que nos adornan y un balazo en el semáforo, son cosas más temibles, pero que ahora nos preocupan menos que el ébola pues seguramente la vemos como “normales”. ¿Será que ya tenemos piel de elefante?

Vamos a seguir leyendo todo tipo de amarillismo de esta enfermedad; que Monsanto patrocina la vacuna, que se transmite por el aire, que se mueven los muertos y una sarta de distractores de lo importante. De todo esto, lo más seguro es que quién sabe y como no sabe nadie, lo que nos urge es saber. Exijamos a las autoridades sanitarias que informen de las acciones que están proponiendo; pero no solo para encontrar culpables en el aeropuerto, sino para la atención en salud de calidad. Del Ébola y de todo."


Francamente no tengo más que decir, que lo sentí a deja vú.

 
 
 

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